sábado, marzo 24, 2007

Menos mal, pensé que estaba loca

Muchas veces, cuando escribo o hablo sobre los clientes de la tienda, acabo pensando que soy una exagerada, o demasiado susceptible, pero hoy he bajado al mercadillo de mi barrio a comprar fruta, cebollas y patatas. Y mientras seleccionaba patatas ni muy grandes ni muy pequeñas y las iba poniendo en la bolsa, oía a una abuela a mi lado llamar la atención de la tendera: "Huy, nena, que sucios tienes los pimientos". La tendera miraba de reojo mientras pesaba unas peras de agua, fingiendo que no la oía. Yo miraba de reojo tambien, pensando que no podía ser verdad. La mujer insistía: "Nena, que sí, que están muy sucios, que tienen polvo". La tendera pregunta sin mirarla: "¿Ah sí? ¿Están sucios?" Y la abuela: "Sí, que tienen como tierra". Y la tendera a lo suyo, cabeza agachada sobre las chalotas, me mira de refilón sabiendo que estaba siguiendo la conversación y dice con sorna: "Me pregunto cómo habrá llegado la tierra hasta allí".

Me he tenido que morder la lengua para no empezar a partirme de risa, pero mola ver que yo no soy la rara, los raros son, definitivamente, los demás.

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